Peroatas utopicas 01

Written by Edgar Rodriguez on Wednesday, March 21, 2007 at 12:17 AM

La cultura no muerde decía RIUS hace un cuarto de siglo, como metáfora del analfabetismo artístico que aún pernea nuestra sociedad. Hoy me atrevo a contradecir al afamado monero: la cultura si muerde, desgarra, desangra, desmiembra. Nos toma por asalto cuando menos lo esperamos, en los lugares más inesperados. Por que el arte no se domestica con políticas y festivales culturales, es un perro libre y rabioso, marca su territorio en el árbol de su preferencia, no le importa si hay a quien le escandalice o moleste su actitud; este perro ladra cuando quiere, se caja donde se le antoja, destroza el periódico matutino, es desobediente por naturaleza. Es cierto, existen también perros fench puddle con pedigrre o premios novel , que van a la estética canina, comen croquetas más caras que una botella de whisky, se pavonean entre otros perros mamones invitados a las ferias internacionales; del tipo “perro que ladra no muerde”, “mejor amigo del hombre”, “compañero fiel”. Pero nunca dejaran de existir los perros que si muerden, que te toman por asalto, que no siguen ninguna línea editorial (respecto al tono, duración y numero de ladridos válidos según la moda imperante). Perros generalmente callejeros, sin un lugar fijo de residencia, sin un alimento especial; que gustan molestar a los carteros, hurgar en los botes de basura, oler el trasero de las perras. La cultura si muerde, destroza tus expectativas de realidad, sentido común, buen gusto, estética, moral. La cultura es un perro maldito, que nunca te dejara en paz.

Prohibido Soñar 01

Written by Edgar Rodriguez on Friday, March 16, 2007 at 12:05 AM

Al cumplir una edad determinada queda prohibido dilucidar más allá de lo concreto; es necesario racionalizar al niño, domarlo para que pueda ser un futuro hombre de bien. La tierra no se come, cualquiera que piense lo contrario es un necio; la comida es sólo para eso, para comer; los jitomates no suenan a nada y el puré de papa no se debe tocar. Nos ajustamos (como adultos) a un mundo de convenciones tácitas e incuestionables, hacer demasiadas preguntas es también un signo infantil, imbécil. No es cierto, los niños y los borrachos no dicen siempre la verdad; son en realidad los mejores desertores, niegan lo objetivo, son los más sensibles. Un borracho no se conforma con abrir la puerta de la casa, quiere escuchar lo que está le dice, quiere saber como besa una puerta. El niño se niega a admitir que es imposible atravesar las paredes para espiar en el cuarto contiguo. El niño y el borracho ven el fuego son asombro, para ellos esta lleno de magia, de misterio, de poder. No saben, o prefieren ignorar, el dominio del hombre sobre los elementos, la comprensión de los mismos, las teorías científicas que todo lo explican. Los niños, los borrachos y los locos, se permiten la posibilidad de experimentar con lo aparentemente más lógico y simple del planeta. Por ejemplo: ¿Qué pasaría si se mete en una licuadora al gato? No, los niños, los borrachos y los limbéciles no son inocentes y hermosos, son los seres más peligrosos para la estabilidad actual del sistema que llamamos realidad.

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