Fútbol ¿juego de hombres?

Written by Edgar Rodriguez on Thursday, August 23, 2007 at 8:31 PM

Había una casa rosa en la Valle Gómez (colonia popular del DF) donde viví algún tiempo; mi abuelo fue pintor, mi abuela contaba que utilizó los botes de pintura sobrantes de las Torres de Satélite (¿alguien recuerda ese color rosa, antes de que fueran pintadas de diferentes colores?) Cerca de esa casa está el Parque Calles, descuidado, con las paredes pintadas y el alambrado roto, siempre ha sido así, desde que lo conocí y la verdad me extrañaría verlo remodelado y limpio, me daría tristeza. En ese parque jugaba fútbol, entrenaba con un equipo llamado “Hanover”, siempre me fascino el nombre, no sospechaba que era simplemente una ciudad alemana. Yo siempre asistía a los entrenamientos, pero casi nunca jugaba, era francamente malo. Sin embargo mantenía la esperanza que alimentaban los juegos de vídeo (¿alguien recuerda ¡Gol! del Súper Nintendo?). En la escuela aplastábamos un frutsi y lo pateábamos por el patio como si fuera un balón, usábamos los botes de basura como postes. Y siempre, desde que fui introducido en este mundo del fútbol, supe que era un juego de hombres. Hasta un afortunado día que mi papa me llevo al Parque Calles junto con mi hermano, para practicar un poco de ese juego de machos. Pero la cancha (de concreto, con paredes de mediana altura, similar a las de fútbol rápido pero más pequeña) estaba ocupada. Las carcajadas de algunos espectadores sobresalían en las gradas, dos equipos inusuales se enfrentaban; la mayoría de los jugadores tenían cabello largo, uñas pintadas, corrían chistoso y se quejaban mucho cuando otro jugador apenas los tocaba. Era un verdadero espectáculo, un jugador gritaba como histérico que otro le había agarrado el trasero y este le contestaba “ya quisieras chula”, mientras el arbitro desconcertado no sabía si debía marcar falta, mano o fuera de lugar. Mi mama se disgustó, consideró que era un espectáculo de mal gusto, pero mi papa ya estaba contagiado con el espíritu festivo que irradiaban los jugadores, no paraba de reír; mientras yo, un poco desconcertado, no atinaba a entender los comentarios en doble sentido, pero me divertían lo movimientos exagerados, los gritos y las caras maquilladas de aquellos hombres. No recuerdo quien gano el partido, los de azul o los de rojo, ni siquiera estoy seguro de haberlo visto completo, hay una laguna en mi mente, pero agradezco la sonrisa de este recuerdo y la conciencia del primer indicio en mi historia sobre un hecho que ahora ha vuelto a sorprenderme: fútbol gay.

Esto fue desatado por un articulo en la revista SOHO, no se por qué llegan actualizaciones a mi correo. Supongo que algún bromista me suscribió al boletín gay que siempre recibo, pero no me molesta, he encontrado cosas interesantes y divertidas como esta:

—Nosotros nos apropiamos de los insultos que nos dirige la sociedad y los desactivamos convirtiéndolos en chiste.

Su compostura, sin embargo, desaparece en el instante.

—¿Qué vas a decir sobre mí en esa crónica? —me pregunta, poniendo los brazos en jarra y mirándome de manera retadora.

Como me quedo callado, sugiere una idea.

—Escribe que yo no soy masculino sino más culona.

Esta vez quien más festeja la broma es La Valeria.

Le pido que se ponga serio siquiera un minuto para que hablemos de fútbol. Lo que he visto esta tarde —le digo, con voz dramática— me preocupa muchísimo. Si el equipo Las Regias fuera a representar a Colombia en el Campeonato Mundial de Fútbol Gay, seguramente sería goleado por Argentina, por Brasil y hasta por Guatemala, qué horror. Su respuesta es una joya magnífica del humor negro.

—¡Ay, mijito, golean a la selección de los machos y no nos van a golear a nosotros, que somos unas completas locas!

Si quieren leer el artículo completo esta aquí:

http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=5967

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