La referencia era evidente, pero después de comenzar a leer el libro no pude dejar de elucubrar la posibles razones que pudo haber tenido mi suegro para obsequiarme el susodicho manual. Jhon Hoover pretende que el lector aprenda a vivir tranquilo y en armonía a pesar de la incompetencia de sus seres queridos (imbéciles queridos), mientras se evidencia a sí mismo (el lector) como un Imbécil y aprende también a vivir con ello. Entonces, pensé, al darme este libro mi suegro esta sugiriendo que yo soy un imbécil, no un miembro de la Cofradía, sino un imbécil de verdad, un incompetente, inoperante, distraído, idiota, creó que esta última hubiera sido la traducción adecuada del “idiot” original del texto . Entonces, seguí pensando (si a pesar de ser un imbécil a veces pienso), tal vez sería mejor que este libro lo leyera Zayil, para que aprenda a vivir con su imbécil querido (osea yo), tenerme paciencia, comprenderme y no morir de nervios en el intento (como ha pasado en más de una ocasión, créanme puedo llegar a ser muy desesperante).
También pensé (modestia a parte puedo asegurarles que soy capaz de generar más de un par de pensamientos por semana) que podría ser un buen regalo de navidad para mi jefe, el cual también ha sufrido las consecuencias de mi inoperante carácter. Yo, por mi parte, sólo llegue hasta la pagina 70 del libro; intuyo que, generalizando, el mundo puede dividirse en dos tipos de personas: imbéciles y … perfeccionistas (benditos eufemismos), creo que el libro de Hoover esta hecho para los segundos, con los cuales no me identifico. Yo simplemente reconozco mi imbecilidad, no me molesta la de los demás y puedo vivir tranquilo a sabiendas de que todos somos imbéciles hasta demostrar lo contrario. Por último, pensé (cuatro pensamientos!! Esta semana rompí mi propio record) que aunque seguramente no termine de leer el libro (los libros de auto superación siempre me causan una extraña aversión), fue un buen regalo, puedo prestárselo a todos mis conocidos para que aprendan a soportarme, tal vez incluso mi suegro debería leerlo, pues por aquello de los mosquitos cada vez paso más tiempo en su casa que en la mía. Y a los pocos lectores de este espacio también les recomiendo el libro de Hoover, para que en la posteridad tengan la paciencia necesaria para con las tonterías que puedo llegar a escribir.