Un fuego humano

Written by Edgar Rodriguez on Wednesday, April 09, 2008 at 9:40 PM

Hay una flama que vale más que cualquier incendio forestal o pequeña chispa que sea capaz de generar cualquier insignificante cerrillo de cocina en sus mejores días. Es quizá el fuego más valuado en nuestro días, aquel que ningún bombero en su sano juicio pensaría siquiera en intentar apagarlo: el fuego olímpico.
Dada su importancia, son irreprochables todas las medidas de seguridad que sean necesarias para que la flama se mantenga viva, no vaya a ser que un viento loco se avecine sobre el fuego y ocurra una fatalidad irremediable. No vaya a ser que algún desquiciado perpetué algún atentado con un extintor, un chorro de agua o un simple soplido. Por eso en Paris, Londres y San francisco, se han montado intensos operativos con la participación de miles de elementos de seguridad para resguardar el fuego olímpico, no es que se desconfié de alguien en particular, pero nunca esta de más extremar precauciones cuando se trata de una persona, perdón quise decir fuego, tan distinguido.
Porque ese fuego es símbolo de la olimpiadas que se llevaran acabo durante el presente año en Beijing, China. Y las olimpiadas han sido siempre sinónimo de unión, fraternidad y sana competencia; después de todo, ¿acaso hay algo más noble, saludable y enriquecedor (en el buen sentido del término, desde luego) que el deporte? Y el fuego olímpico es un símbolo de esa unión que traspasa fronteras, idiomas, colores y diferencias políticas. Por eso se respeta al fuego, por eso se le honra y se le enaltece, por que nadie, absolutamente nadie (salvo honrosas excepciones) puede o debe estar por encima de él, mucho menos por supuesto unos cuantos tibetanos, simples humanos.
Que si han sido golpeados, no me consta, que si son oprimidos, quizá; pero nada de eso justifica pretender apagar la sacrosanta flama ¿En qué cabeza cabe? Digo si quieren protestar pueden poner un coche bomba en Pekín o cualquier otra ciudad china (menos Beijing, porque ahí serán las olimpiadas), pero ¿por qué se meten con la inocente flama? Acaso piensan que las supuestas muertes de los tibetanos valen más que la flama, son más importantes. Acaso alguno de esos tibetanos muertos fue resguardado por, ya no digamos miles, al menos un guardia de seguridad. ¡Claro que no! La evidencia es flagrante, ninguno de esos tibetanos, ni siquiera todos juntos, valen más que el santo fuego olímpico. Porque ninguna vida humana vale más que nuestros símbolos y nuestras instituciones, gracias a los cuales se sustenta la perfecta sociedad en la cual vivimos todos, pletóricos de derechos, libertades y justicia. ¡Hay de aquel que apague la flama! Yo exigiría que fuera condenado a muerte.

Snap Shots

Get Free Shots from Snap.com