Los 'papelitos' y yo

Written by Edgar Rodriguez on Tuesday, September 14, 2010 at 8:02 PM

Los ‘papelitos’ son parte fundamental de mi vida. En mi departamento el techo esta poblado de post-it´s (no me agradan los anglisismos, pero ¿de qué otra manera puedo llamar a esos cuadritos de colores con pegamento en las orillas generalmente útiles para dejar recados?); cada uno es una estrella y contiene una frase. Hace poco un torbellino amenazó derribarlos, de pensarlo el corazón se me contrajo y lloré; estaba borracho cierto, pero de no haberlo estado, igual hubiera buscado la forma más rápida de estarlo para poder llorar a gusto, como sólo puede hacerlo un borracho.
Estas estrellas ‘papelitos’ surgieron hace un par de años. Zayil acababa de sufrir un aborto, estaba en el hospital recuperándose y yo me recuperaba a mi manera: bebía cerveza, curiosamente “Estrella”. Entonces, por asociación, llegó la idea; tomé un post-it de color naranja, escribí algo para ella, salté y lo pegué arriba. Cuando vi el papelito de color chillante en medio del techo blanco (sin albur), me pareció que estaba algo sólo y escribí otro y otro y otro.
Yo esperaba que cuando regresara Zayil quitara los papelitos para poder leerlos, pero no fue así, ella prefirió torcer la cabeza y dejarlos ahí, donde a la fecha siguen y espero sigan hasta que se acabe el mundo, nuestro mundo, de Zayil y yo.
Otro papelito determinante en mi vida tiene su origen en el Baby Shower (sí, otro maldito anglisismo) de Ámbar. Entonces mi mamá tuvo la idea de que todos los presentes escribieran para nosotros, los futuros padres, consejos, felicitaciones, recriminaciones o lo que se les ocurriera, en papelitos de diversos colores. La mayoría, a pesar del cariño y sentir con que fueron escritos, no pasan de frases comunes y fáciles de olvidar. Pero entre todos hay uno destinado a la posteridad en mi cabeza: “Que la felicidad de ser padres, los haga pedazos”. No está firmado, por la letra intuyo que es de mi padre, pero hasta la fecha no lo he confirmado, quizá nunca lo haga.
Hay otros muchos papelitos, como los que escupía sin motivo aparente una mujer en un cortometraje en el cual participe en Buenos Aires y luego un sobre llenó de estos papelitos que me mando desde el sur Vicky, la autora del guión de dicho corto. O los papelitos en los cuales me escribió mucha gente durante la presentación de Ficciones Fugaces con Amarillo Editores, gracias a la idea de Mónica Soto.
Hace poco soñé con mi Tío Luis, muerto hace casi dos años, quién le pedía a mi tía Guille, su esposa, que para su funeral sus seres queridos escribieran fragmentos de poesías en tiras largas de papel, tipo serpentinas, las cuales deberían arrojar sobre su tumba mientras esta fuera descendiendo al fondo de la tierra. Hasta donde se mi tío Luis no sabía leer ni escribir, pero eso no significa que no le gustara e incluso portara en su ser algo de poesía, en sus manos arrugadas, en sus ojos negros llorosos, en su voz ronca.
Definitivamente, los papelitos son parte fundamental de mi vida y ahora se que lo serán también de mi muerte. Sólo por ser enterrado así, como pidió el tío Luis en mis sueños, vale la pena morir y desearle incluso a los demás un entierro con papelitos de colores.

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