Leer NO es bueno...

Written by Edgar Rodriguez on Monday, December 26, 2011 at 4:28 PM

El hombre de las baguets miró de reojo el libro que tenia yo bajo el brazo. ¿Qué estas leyendo?, me preguntó mientras ponía sendas rebanadas de lomo canadiense sobre una abundante cama de lechuga. Asfixia, de Palahniuk, respondí mientras pensaba que hace un año el mismo tipo le ponía más jamón a las baguets del que ahora estaba usando, pero antes era un tipo más inocente, comenzaba en el negocio, prodigaba los enceres, no escatimaba en carnes frías, ni verduras, ni aderezos, eran otros tiempos claro, porque ahora estaba la crisis y los alimentos…

Que bien que lees, leer es bueno, aseveró el chef e interrumpió mi tren de ideas con la misma ligereza con la que hubiera opinado del clima o las elecciones del 2012. Si, supongo que es bueno. Esa debió ser mi respuesta, sensata y cortante para no amargarme la comida del día, para dejar que todo siguiera con su cause normal. Pero no, ese día, no se por qué, amanecí con animo beligerante.

No, no es bueno, respondí en seco he hice una pausa a propósito para ver su primera reacción: una rebanada de aguacate cayó fuera del pan, e hombre estaba en mis manos. En realidad, continúe inmisericorde, a veces resulta algo malo, por ejemplo muchas veces yo leo mientras camino y en más de una ocasión han estado cerca de atropellarme e incluso me he visto cerca de chocar contra un poste en la calle; no es bueno leer, a veces me pasó de la parada del camión o del metro por ir leyendo, y me pierdo y no tengo más dinero para regresar a mi destino y llego tarde a una cita o al trabajo o a todos lados; no, no es bueno leer, a veces mi hijo tiene hambre o el pañal ya esta sucio, llora por que su colita esta rosada, pero papa esta concentrado leyendo el capitulo crucial de una novela y no se da cuenta y no lo atiende; no, no es bueno, luego mi esposa quiere hablar o quiere hacer el amor (como si el amor no existiera per si y fuera necesario estarlo haciendo todas las noches, o las mañanas o en cualquier rato libre) o quiere ver una película conmigo o quiere salir o quiere simplemente que la pele un segundo y quite la vista del puto libro de mierda en el cual llevo dos horas metido; leer entonces no es bueno, porque puede ocasionar un drama conyugal y una posible separación, un divorcio más para las estadísticas y una familia desintegrada y la sociedad que se va a la mierda por que claro, la familia es la base de la sociedad, todos los saben… ohh no, no, no, no es bueno, uno puede sacar ideas descabelladas de los libros, uno puede llegar a creer que se puede hacer todo lo que se lee, uno puede llegar a aspirar demasiado o soñar demasiado o saber cosas que no debería saber; no es bueno leer si se lee un manual sobre como violar mujeres en el ultimo vago del metro a las 10 de la noche, ¿sabes por qué cerraron esos vagones?, existe un libro de eso, existente libros de miles de cosas, de las más horribles, malvadas, desquiciadas, diabólicas ideas; instructivos para matar a tu propio hijo, a tu padre al vecino al chef de las baguets; no, no es bueno leer por que hay gente que pierde la razón después de leer mucho, hay gente que no hace nada productivo mas que leer, que no trabaja, que no tiene amigos, que no tiene novia, ni vida social, ni paga impuestos, ni se mueve, ni come, ni compra baguets; no, no es bueno leer por que te aleja de esta realidad, te evade de lo importante, de lo apremiante, de las necesidades de los que te rodean; el mundo puede terminarse y morir miles de personas a tu alrededor mientras tu estas leyendo una buena novela de detectives; no, leer no es bueno….

Para este momento el hombre de las baguets ya no estaba, yo estaba sentado en la banqueta, a unos 200 metros de él, con una torta estilo europeo, atascada a la mexicana, mordida hasta la mitad. Comenzaba a llover y yo estaba hablando solo y el chef me miraba desde su puesto, pensando seguramente este tipo esta loco… probablemente, si, muy seguramente, ha leído más de lo normal, por que sí, efectivamente, nunca esta bien hacer nada de más, en otras palabra: favor de no salirse del guacal…

PD: por cierto, para aquellos ingenuos que piensan que leer es bueno porque ayuda a mejorar la ortografía permítanme decirles que eso es una estupidez y yo soy prueba viviente de eso… leer, no sirve, en sentido práctico, para nada. Si quieren hacer algo bueno, útil y práctico, mejor siembren un grano de maíz y postúlense para presidentes.

Canonizar a un teporocho

Written by Edgar Rodriguez on Saturday, October 08, 2011 at 10:34 PM

Era de noche. Cuando subí al micro vi de reojo al hombre sentado en el primer asiento de la derecha. Me pareció sospechoso. Calculé unos treinta años, barba y cabellos descuidados, un pantalón de pana viejo, chamarra de cuero rota, días sin conocer el agua y el jabón. Hablaba en voz alta. ¡Pásele para atrás! ¡Recórrase, no estorbe! Cada vez que abría la boca su aliento alcohólico se mezclaba con el hedor a sudor de él y el resto de los pasajeros, era un ambiente nauseabundo.

Una señora rechoncha, morena, bolsas de mandado, se paró justo en medio del pasillo. ¡Recórrase señora!, sugirió el teporocho. Mirada de desprecio. Que no oye, que le pase señora. Mirada de desprecio. Hey ñora está sorda ¿O qué? Pues que quiere pendejo que vaya ahí apretada nalga con nalga con otros. Pues si no le gusta tome un taxi gorda. Mirada de desprecio, resentimiento a flor, ya quisiera ella tener para el taxi. Resentida, lanzó una cuchillada. A usted le vale madres, pinche borracho, bueno para nada.

El hombre calló. Sus ojos vidriosos se clavaron en el vidrio. Afuera llovía. Por un momento pensé que iva a llorar, pero no lo hizo. Miro de reojo a la gorda. Culera, le dijo con los ojos. Se llevó lentamente la mano derecha a la bolsa interior de la chamarra de cuero, escrudiñó a su alrededor mientras realizaba este movimiento.

Me estremecí, temí lo peor por un instante. Fije la mirada en sus manos, mi pulso se acelero. Él miro de reojo a todos los pasajeros y sacó algo de la bolsa interior, lo escondió en la manga de su chamarra, luego levanto el brazo a la altura de su rostro. Pude ver claramente como destapaba una pequeña botella y disparaba. Fustigó su garganta con tres largos a disparos de agua ardiente

Suspire y me arrepentí de mis cavilaciones pendejas, de mis prejuicios. Pensé por un momento que quizá hubiera sido mejor que él sacara una pistola para dispararle a la gorda culera, en vez de esa botella con la cual se pegó tres tiros para una muerte lenta. El teporocho volvió a guardar la botella, dirigió una última mirada llena de resentimiento para la gorda y volvió a perderse en la nada de afuera, con sus ojos vidriosos y su vida diluyéndose con el aliento alcohólico.

Cuando baje del transponte sentí vergüenza. Un hombre sospechoso, que idea tan pendeja de mi parte. Me hubiera gustado partirle el hocicó a la pinche gorda culera. Sí, darle un par de patadas bien puestas en la boca. Pensé en ese hombre, que sólo quería ayudar a que la gente se recorriera, solo quería ayudar, carajo. En mi mente, vi muerta a la gorda, vi muerto al teporocho, pero lo vi, sobre todo a él, levantándose de entre los muertos para ascender al cielo. En mi cabeza, canonice al teporocho y maldije a la gorda con sus bolsas del súper.

Las palomas y yo I

Written by Edgar Rodriguez on Thursday, January 20, 2011 at 8:01 PM

Un hombre persigue palomas en la explanada de la Hemeroteca Nacional, se divierte como un párvulo. Antes lo he visto, es el encargado de entregar el material de consulta y pedir a cambio una credencial oficial con fotografía. Me pareció un tipo hosco desde el primer encuentro. Debe tener unos cincuenta años, complexión gruesa, pelo cano cuidadosamente cortado, lentes gruesos, bigote de aguacero y labios enjutos, me recuerda a mi padre cuando se enojaba.

Hoy, viste pantalón de vestir deslavado, camisa polo con el logotipo de los Pumas y una gorra azul, también con el símbolo del equipo universitario. Mientras lo observo, su espíritu parece resplandecer y su ser se conjuga armónicamente con la tarde soleada, el cielo azul y la música clásica en mis audífonos Es realmente una imagen hermosa, hasta que él se percata de mi presencia. Se detiene en seco, yergue el torso con aire digno, escupe en el suelo y se marcha de regreso a su mundano trabajo de todos los días.

Yo me quedo ahí, con la música de fondo y las palomas como únicos testigos de ese cuadro fugaz. La imagen de estas aves se queda en mi cabeza. Me recuerdo a mí, de niño, persiguiendo palomas en el atrio de la catedral de Puebla mientras las campanas tañen para llamar a misa. Entonces algo me detiene de súbito, miro a mí alrededor para descubrir que yo, a mis once años, soy el niño más grande, por mucho, de todos los que se entretienen con este simple juego. Esa fue la última vez en mucho tiempo que perseguí palomas Ahora, miro a mí alrededor, nadie me observa. ¡Al diablo si lo hacen! Me abalanzo como tren por la explanada de la Hemeroteca Nacional, las palomas vuelan en desbandada. Las miro alejarse y les agradezco el momento: ¡Gracias pajarracos destructores de iglesias! Ya habremos de encontrarnos de nuevo.

Snap Shots

Get Free Shots from Snap.com