Cuento 06 de 52

Written by Edgar Rodriguez on Monday, August 25, 2014 at 3:13 PM


“Write a short story every week.  It's not possible to write 52 bad short stories in a row.” 
 Bradbury

Última carta para Paula:


“El gato que está triste y azul nunca se olvida que fuiste mía”
Roberto Carlos

Espero que puedas perdonarme por la mancha de sangre sobre tu sábana blanca favorita, no fue mi intención. Nunca quise dejar marca alguna, pero Voltaire se defendió como gato boca arriba, literalmente. Usualmente era manso, por eso nunca imaginé que armara tanto lío cuando lo alcé de la cola para clavarle en el pescuezo la réplica en miniatura de espada flamígera que usabas como abrecartas. Fue un buen regalo. ¿Recuerdas? Te la di en nuestro tercer aniversario.
Me alegra imaginar que usarás esta misma artesanía, previamente lavada y desinfectada, para abrir esta, mi última carta. Seguro te sorprendió encontrar el sobre amarillo y lacrado, sobre tu otrora lecho blanco. Vuelvo a disculparme por eso, juro que no fue mi intención. La culpa fue de Voltaire.
Después de ingresar a tu departamento la idea era hacer un trabajo limpio y rápido: coger al gato, llevarlo a la bañera, cortarle el cuello, desangrarlo, limpiar y enterrar el cadáver en la maceta de Gardenias del balcón. Son horribles esas putas flores. ¿Quién mierda te las regalo? Están lejos de poder compararse con las orquídeas que yo te daba.  Las plantas que te regaló el último fulano, quien seguramente se metió entre tus piernas, a lo sumo sirven para la tumba de un gato, un pinche gato.
Pinche gato, cuando lo tenía agarrado de la cola me arañó el brazo con saña, pero no lo solté inmediatamente, lo hice segundos después cuando repitió su ataque, ahora sobre mi rostro. Entonces ambos, el gato y yo, perdimos la compostura y el estilo. Corrí tras Voltaire por todo el departamento, me arrastré debajo del sillón naranja para sacarlo de ahí, tuve que escarbar entre la ropa sucia, donde el muy listo pretendió esconderse. Por cierto, me gustó mucho tu nuevo negligee rosa; en otras circunstancias incluso me lo hubiera llevado, pero en ese momento mi mente está más-turbada por culpa del puto gato.
En fin, no pretendo hacer aquí un relato detallado de la peliculesca persecución, cuyo final ya habrás adivinado: lo acorralé en tu cuarto y saltó a la cama donde finalmente lo embestí directamente en el vientre, una dos, tres, mil millones de veces, sin piedad. Con tanta intensidad como alguna vez te la clavaba a ti.
Intenté dejar todo como estaba antes, pero bueno, la mancha de la sabana era difícil de ocultar. Lo lamento profundamente, algún día te mandaré de regalo un juego de cama nuevo, aún más inmaculado que este. Escribo esta carta primero para darte aviso sobre el deceso de Voltaire, no Baby don´t cry, la vida sigue, créemelo era necesario hacerlo. Su cuerpo será un buen abono para las flores. ¡No mames, gladiolas, que mal gusto! La segunda razón de estas líneas es para explicarte por qué lo hice. No me gustaría dejarte con la idea de que esto es una simple venganza de mi parte después del fin de nuestra relación de cuatro años, apenas la semana pasada. No, nada más alejado de la realidad.
No te confundas, mujer. Ciertamente soy un tipo pasional y a veces colérico, pero mis acciones persiguen siempre fines más nobles, menos burdos. No soy un vulgar asesino; me concibo, más bien, como un justiciero, no quiero parecer exagerado, pero podría decir que soy casi un héroe. Es verdad, te salvé la vida.
Espera, no rompas aún esta carta, déjame explicarte. Créeme, es importante. Maté a Voltaire para salvarte, pues de no haberlo hecho él te hubiera matado a ti en la próxima luna llena. No estoy loco, es la verdad, debes creerme. Siempre pensé que los gatos eran criaturas infernales, pero nunca tuve la certeza de ello hasta hace poco. Lo sospeché desde hace tiempo, nunca me gustó la manera en que te miraba Burroughts, el gato que te había regalado tu ex. ¿Recuerdas? Por cierto, que manía tan rara la tuya esa de ponerle a los gatos nombre de escritores, siempre me pareció algo muy mamón, la verdad.
Espero que no sigas creyendo que yo fui el culpable de envenenar a Burroughts para borrar cualquier vestigio de tu anterior amor para después regalarte yo otro gato, más hermoso, más negro, más maligno: Voltaire. Entonces no lo sabía créeme. Había escuchado historias y mitos sobre los gatos, sobre su culto en el antiguo Egipto, sobre su  naturaleza demoniaca, pero nunca imaginé tanto, especialmente nunca paso por mi cabeza la idea de los sacrificios de mujeres que realizan los gatos cada noche de luna llena.
No espero que me agradezcas por el favor que acabo de acerté, siempre fuiste malagradecida. Tampoco creo que puedas entender ni pretendo ahondar más en explicaciones. No vale la pena.
Dejo mi copia de las llaves de tu departamento en el mueble de la entrada, lamento que lo nuestro terminara así, espero en el fondo que encuentres la felicidad pronto en otro lado. Te amo, nunca dejare de hacerlo. Créeme si alguna vez vuelves a estar en peligro, yo estaré ahí para salvarte.


PD: Por favor, te lo suplico, mantente alejada de los gatos. Es un consejo, una advertencia.  

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