
Pero al macho matón mexicano le entra lo sentimental y ahí esta haciéndole al héroe, a la novela Palmolive. ¿Será que de viejo uno se vuelve maricón? O le entra a la cabeza eso que llaman conciencia. ¡Pinche conciencia! Como toda novela negra tenemos a un hombre rudo (o que algún día lo fue, por que ahora se le arruga nomás de pensar en Martita y hasta se pone a temblar como si fuera novio adolescente. ¡Pinche adolescencia!), una bella mujer en apuros (esa es Martita, la cual piensa que Filiberto es una persona muy buena, pero si supiera de todos los muertos que se carga), un caso por resolver (un supuesto complot para matar al presidente de los gringos.. y a mí que carajo me importa el presidente de los Estados Unidos y que carajo me importa la paz mundial. ¡Pinche paz mundial!), dinero de por medio (medio millón de dólares en purititos billetes de cincuenta) y un final sorpresivo (que no se los voy a contar).
Además al estar ambientada en México no podía faltar un involuntario retrato social de la vida de la ciudad a finales de los 60´ y el lenguaje florido, lleno de dichos (“El que no conoce a Dios, se inca ante cualquier pendejo”) y de groserías. ¡Pinches groserías! Hay quienes dicen que están de más, que tanta pinche repetición sólo cansa, es un recurso fácil y empobrece el lenguaje… ¡Pinches puristas de la lengua! Pero Filiberto no le hace nomas a eso de matar gente, investigar y enamorarse a lo pendejo; también le sabe de política y le hace al filosofo en algunos monólogos en los cuales se funden el narrador (en tercera persona) y el personaje principal del libro, Quién lo hubiera pensado Filiberto, tú tan machote, tan aquímischicharronestruenan, tan sabelotodo y tan nadameespanta… y al final. ¡Pinche final! Tan solo, tan existencialista que nos saliste, no mames si esto era una novela negra no una obra de Sartre. ¡Pinche Sartre! Pero tienes razón Filiberto, tanta muerte termina por ponerlo a uno un tanto triste y con ganas de rezar (aunque seamos ateos) y pensar que ahí esta Martita (y que nunca se le ha hecho con una china) esperando, tan sola, más sola que nunca, por que como buen pistolero Filiberto nomas sabe abrir la puerta a los demás, pero el jamás entra…. a nadie le gusta andar haciéndole al muertito. ¡Pinche muerte!
No me gustan los juicios trillados del tipo: “una novela imprescindible…”, “la primera novela que…”, “novela llena de ironía…” y otras de peor envergadura; por eso me remito a lo hechos: la calle de Dolores, un complot, Martita, un matón vejestorio de la revolución, un misterio internacional, la intrincada política mexicana y muertos, muchos, muchos muertos, como muchos creen (¡Pinches ingenuos!) que debe de ser una novela negra; esta vale más por sus dichos, sus “pinches” y sus monólogos, que por la acción y los muertos. Sí, debo decirlo: es un buen libro… ¡Pinche libro!
Además al estar ambientada en México no podía faltar un involuntario retrato social de la vida de la ciudad a finales de los 60´ y el lenguaje florido, lleno de dichos (“El que no conoce a Dios, se inca ante cualquier pendejo”) y de groserías. ¡Pinches groserías! Hay quienes dicen que están de más, que tanta pinche repetición sólo cansa, es un recurso fácil y empobrece el lenguaje… ¡Pinches puristas de la lengua! Pero Filiberto no le hace nomas a eso de matar gente, investigar y enamorarse a lo pendejo; también le sabe de política y le hace al filosofo en algunos monólogos en los cuales se funden el narrador (en tercera persona) y el personaje principal del libro, Quién lo hubiera pensado Filiberto, tú tan machote, tan aquímischicharronestruenan, tan sabelotodo y tan nadameespanta… y al final. ¡Pinche final! Tan solo, tan existencialista que nos saliste, no mames si esto era una novela negra no una obra de Sartre. ¡Pinche Sartre! Pero tienes razón Filiberto, tanta muerte termina por ponerlo a uno un tanto triste y con ganas de rezar (aunque seamos ateos) y pensar que ahí esta Martita (y que nunca se le ha hecho con una china) esperando, tan sola, más sola que nunca, por que como buen pistolero Filiberto nomas sabe abrir la puerta a los demás, pero el jamás entra…. a nadie le gusta andar haciéndole al muertito. ¡Pinche muerte!
No me gustan los juicios trillados del tipo: “una novela imprescindible…”, “la primera novela que…”, “novela llena de ironía…” y otras de peor envergadura; por eso me remito a lo hechos: la calle de Dolores, un complot, Martita, un matón vejestorio de la revolución, un misterio internacional, la intrincada política mexicana y muertos, muchos, muchos muertos, como muchos creen (¡Pinches ingenuos!) que debe de ser una novela negra; esta vale más por sus dichos, sus “pinches” y sus monólogos, que por la acción y los muertos. Sí, debo decirlo: es un buen libro… ¡Pinche libro!